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jueves, 22 de abril de 2010

Fascismo Español♥


Antes de hablar sobre cualquier tema conviene definirlo. Si buscamos Fascismo en el diccionario encontraremos seguramente una definición parecida a ésta: Régimen político a semejanza del establecido en Italia entre 1922 y 1945 basado en un gobierno de partido único, exaltación nacionalista, negación de las libertades democráticas y organización corporativa. Nada mejor que comenzar con una definición lo más restrictiva posible pues es éste un término que siempre se ha prestado a un uso abusivo, lo cual hace que una palabra se desvirtúe y pierda muchas de sus connotaciones originales. De este modo se puede decir que existe una cierta moda de calificar como fascistas a nuestros enemigos, no importa lo diversos que éstos sean. Incluso Sadam Husein, en los medios de comunicación adictos al actual gobierno norteamericano y a sus aliados en la invasión y ocupación de Iraq, era el “Hitler de Oriente Medio”. Por cierto, ello es revelador sobre quienes para intentar lograr un cierto consenso popular para una guerra tienen que echar mano de la imaginería de sesenta años atrás. Pero si saco a colación el término Fascismo, y no soy el primero, es para referirnos al comportamiento de una parte de los asistentes a la manifestación convocada en Madrid el pasado 22 de Enero por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, y a sus insultos y agresiones al Ministro de Defensa José Bono.Todos estamos de acuerdo que en Europa, entre 1922 y 1975, hubo varias dictaduras a las que cabe calificar como fascistas. Lo que hace peculiar al subtipo español, además de su longevidad, es que ha sido el único que no ha sido derrotado, ni por una revolución ni por un enemigo exterior. Ello provoca que sus elementos más conspicuos, y quienes se sienten sus herederos nunca se han sentido vencidos, ni naturalmente han tenido la necesidad de mostrar el más mínimo arrepentimiento por el pasado. Ésta sería una diferencia fundamental con respecto a los casos alemán o italiano. Además ello va unido a que, quizá, en los últimos años hemos minusvalorado su importancia; y alguna sigue teniendo, a tenor de lo que hemos visto. Por supuesto, sería faltar a la verdad calificar en su conjunto al Partido Popular como fascista, incluso un poco aberrante referirse en estos términos a su actual presidente Mariano Rajoy, sin embargo, ¿Diríamos lo mismo en los casos de Acebes(Por cierto, ¿De qué se reía en la citada concentración?) o Aznar? Otra diferencia notable con los países europeos es que en estos existen partidos de extrema derecha que pueden atraer hasta a un 10% del electorado, si no más algunas veces. En España tras algún intento fallido, no hay ningún grupo homologable con representación institucional, por lo que estos votos van al Partido Popular. Éste debe asumir que además de nutrirse de un electorado conservador democrático, en una proporción variable también lo hace de elementos de extrema derecha, quizá atraídos por su vinculación directa, a través de su anterior denominación “Alianza Popular” con el franquismo.Una de las causas del considerable auge que tuvo el Fascismo en Europa durante los años 30 del pasado siglo fue la crisis económica prolongada que condenó a grandes masas de la población a una existencia miserable. En el surgimiento del Fascismo hay también, a qué negarlo, un ansia de justicia. De ahí los aspectos vagamente socializantes y de una difusa justicia social que tuvo siempre en sus comienzos. Sería como una especie de Socialismo despojado de sus elementos doctrinales más complejos, que toma un atajo peligroso para lograr la sociedad futura: el de buscar chivos expiatorios en los que descargar el odio de la población para que no piense en otras cosas. Hubo múltiples manifestaciones, desde la simple exaltación nacionalista, a criminalizar a un grupo étnico por entero, como sucedió con los judíos. Éste sería, muy simplificado, el ya simple bagaje doctrinal fascista. A pesar de lo mitificado que ha sido, incluso por alguna izquierda, la lectura de los textos de José Antonio Primo de Rivera provoca la sensación de un estudiante de Bachillerato aventajado que no ha digerido bien todas sus lecturas y, eso sí, muy alejado de la realidad. Y si esto era la teoría, la práctica fue bastante peor, de hecho casi todos los movimientos fascistas han acabado siendo poco más que bandas de matones. Incluso en esto el caso español fue peculiar. Hay que reconocer que algunos fascismos europeos intentaron colosales empresas, aunque malignas, una guerra mundial y un exterminio, por poner los ejemplos más señalados. Sin embargo, el fascismo español no pasó nunca de una retórica nacionalista vacía de contenido. Fue, en su realización práctica, un fascismo mediocre (aunque con miles de ejecutados y presos) y chabacano, a imagen de su dictador. Un fascismo de salida de misa de doce, de chocolate con picatostes a media tarde, de “No sabe usted con quién está hablando”, de “Mire usted” (aunque esta muletilla continúa). Y éste es el fascismo que perdura. Éste es el fascismo de esos señores endomingados de mediana edad que se lían a banderazos y a gritos groseros en una concentración. Éste es el fascismo del típico señor que encontramos comprando el ABC y cuyas quejas salivosas tenemos que aguantar. Porque puede que no sean muchos, pero sí que se mueven mucho, y no se caracterizan por su reserva. Y están más organizados de lo que pensamos. Voy a contar una anécdota personal: Mi centro de trabajo está suscrito a “El País”, no por ninguna preferencia ideológica sino, según he averiguado, para que la biblioteca –es un Instituto de Enseñanza Secundaria- se beneficie de alguna promoción de libros. Creo que diariamente se reciben dos ejemplares, que siempre es muy difícil leer por lo solicitados que están. Pues bien, al día siguiente de la comparecencia de José Mª Aznar ante la Comisión del 11-M, por la mañana temprano, en la sala común había un ejemplar del “ABC”, otro de “El Mundo” y un tercero de “La Razón”. Sólo ese día los he visto.Y así llegamos a la concentración convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo hace unos días. El hecho de tener una causa más o menos noble no da carta blanca para cometer cualquier atropello. Todos sabemos el papel que tuvieron las asociaciones de veteranos alemanes de la Gran Guerra en el surgimiento del nazismo. Y su origen no fue malo: Auxiliar a quienes volvían del frente, en muchos casos heridos o mutilados, y se encontraban sin trabajo y en la miseria. Deberíamos reflexionar sobre estas cosas, no vaya a ser que estemos incubando el huevo del que ha de nacer el monstruo, una vez más. Recuerdo que hace un año, más o menos, en el acto de entrega de los premios Goya del cine español, la citada A.V.T. organizó una algarada a la entrada del mismo para intentar dañar la imagen de una película y de su director que no les gustaba. Y, al fin y al cabo, era una película, a ver la cuál no se obligaba a ir a nadie. Pero ellos sí querían impedir que se pudiera ver. Ahora reclaman la dimisión del Alto Comisionado para las víctimas del terrorismo, Gregorio Peces-Barba, porque no asistió a una concentración convocada por ellos solos, es decir, absolutamente unilateral.

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